Viajar: sorpresa, ilusión, curiosidad, emoción…

Son múltiples y variados los estímulos que alimentan nuestros sentidos a la hora de emprender un viaje. Desde el momento en que se piensa el destino, la ruta, la preparación de la maleta, hasta cuando la mirada curiosa va descubriendo rincones en los nuevos caminos que se recorren. E incluso, a la vuelta al dejarse envolver por los recuerdos de historias, risas y fotos varias.

 

Son también muchas las maneras de recorrer mundo: algunos en destinos a la vuelta de la esquina, otros en recónditas y desconocidas tierras; con lo justo o sin estar tan atado al presupuesto; a pie, en bici, interrail o en avión; con régimen de bocata o degustando las variadas gastronomías locales; a la aventura o en viaje organizado.

 

Y son diversas las motivaciones que nos llevan a viajar: mero afán aventurero; relax y desconexión de la rutina diaria; conocer nuevas culturas y paisajes; colaborar en el desarrollo de otros pueblos; aprender idiomas…

 

 

El buen viajero

✔ Lee y se informa antes de ir.

✔ Se asoma a lo desconocido.

✔ Busca vivir nuevas experiencias.

✔ Camina entre la gente local, escucha y habla con ellos.

✔ Prueba la comida autóctona.

✔ Aprende a ser tolerante.

✔ Siempre va acompañado de una sonrisa.

✔ Goza de la experiencia sin preocuparse de nada.

✔ Desde la prudencia, se salta el guión.

✔ Asume que la aventura puede ser loca, pero el aventurero no.

✔ Le tienta quedarse unos días más… o para siempre.